FRUSTRACIÓN

La frustración es una sensación asociada con la rabia producida por no haber podido conseguir algo, ya sea material o inmaterial. Esta emoción surge cuando la respuesta final a un deseo es un NO.

Cuando somos niños, los “no” son frecuentes, y esto es necesario porque no es posible ni saludable decirle a un niño que sí a todo. La infancia es, precisamente, el momento en que aprendemos a afrontar y manejar la frustración.

Los niños intentan conseguir lo que quieren por todos los medios: a veces lloran, gritan o hacen pataletas. Ante estas situaciones, los padres pueden sentirse tentados a ceder para detener estas conductas.

Entiendo que negociar con un niño fuera de sí puede ser complicado, pero es importante dejar pasar un rato para que el niño pueda expresar su rabia—quejarse, chillar o gritar le permite desahogar la energía que produce la frustración.

Después de ese momento, la negociación puede retomarse. En ocasiones se podrá cumplir el deseo, y otras no. Este proceso es fundamental, ya que en la vida no siempre es posible lograr lo que queremos.

Aprender a frustrarnos nos ayuda a tolerar y asimilar mejor esa desagradable sensación de no conseguir lo que deseamos, no es un sentimiento exclusivo de la niñez, los niños que no apredieron a frustrase son adultos que se compotan como niños

 

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